Un teleco en las procelosas aguas de la Administración
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The Cost of Downtime

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This is a follow-up to last weeks post on network downtime as several have asked “What is the cost of  network downtime?“ Based on industry surveys, the number we typically cite is $5,600 p/minute, which extrapolates to well over $300K p/hour (see Ensure Cost Balances Out With Risk in High-Availability Data Centers by Dave Cappuccio).

However, this is just an average and there is a large degree of variance, based on the characteristics of your business and environment (i.e., your vertical, risk tolerance etc). For example, this Avaya study indicates the range is from $140K to $540K p/hour. That said, why rely on averages when you can calculate the outage cost as it specifically relates to your organization?  Check out this research for that:

Toolkit: Downtime Cost Calculator for Data Center Disaster Recovery Planning (Robert Naegle)

http://www.gartner.com/document/2674021

Summary: I&O leaders should understand the potential cost impact of their regional disaster profiles to better evaluate DRM programs and disaster recovery spending.

Q&A: How Much Does an Hour of Downtime Cost? (Bill Malik)

http://www.gartner.com/document/1192213

Summary: Companies that understand how to estimate the cost of an outage, in the for-profit and the not-for-profit domains, can better plan their disaster recovery investments.

Regards, Andrew

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feserdel
3571 days ago
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The cost of downtime
OEPM
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Leaving the Screen Door Open for the G-Man

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Colleagues today were discussing again the Snowden revelations about service providers giving governments access to digital business and social media data.  One colleague suggested that we should not use the term back door in this context since by the traditional IT security definition this would imply that government agencies had direct access to the operational systems of service providers.

photo (2)That’s a good point. Another way to think about the access for governments is that it’s the back screen door that is left unlocked.  The door to the house remains locked.  Facebook, Yahoo and others are putting out things on the back porch that the government milkman can pick up.

When talking to relatives and friends, they seem okay with that.  But when I raise to them that if Facebook is doing that for NSA, don’t you think they are doing it for other governments, then they get a bit nervous.

But they still insist that they don’t put anything on Facebook that would get them in trouble.  And then I ask, are all your friends doing the same?  And what about their friends?  What if you get scooped up in an investigation because you have a relationship, even 2nd or 3rd degree, with someone else?  What if you were denied a clearance on that basis, or a job?

I guess we just don’t remember history.

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feserdel
3937 days ago
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Caso Snowden: ¿Dejan la puerta trasera abierta para el Hombre-G?
OEPM
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ASTICNET: ¿si el mundo es social, las AAPP no deberían ser sociales? (vídeo y texto de ayuda)

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Hace unos días publicaba una entrada como anticipo a las "publicaciones oficiales" donde trataba de incorporar otros elementos al debate que se me quedaron en el tintero.

Una vez se ha publicado los contenidos originales de las jornadas, procedo a enlazarlos:

  • Texto publicado en Boletic, donde a parte de encontrar las notas (al final del post copio el texto del artículo para facilitar su lectura, texto del que tengo que decir que aporta mucho más que mi intervención -las cosas del directo-) que me sirvieron para para preparar la mesa, podréis encontrar el resto de artículos del resto de ponentes de la mesa y del resto de mesas
  • Vídeo de la mesa, accesible desde la página web de Fundastic





Cuando uno es más pragmático que práctico, se deja llevar llevar por ciertas impresiones que le sirven para simplificar lo que le rodea y facilitar el análisis. En el caso que nos ocupa, creo que no cabe objeción alguna si mantenemos que el mundo se ha convertido en una especie de conversación global, de un intercambio de todos con todos. Luego, aquellos que se rigen por la máxima por la cual mantienen que es imposible conocer sin medir previamente, nos apabullan con los datos, como los que podemos ver en uno de los artículos que componen el tema central que nos ocupa, corroborando -!!menos mal!!- las impresiones que uno se había hecho de una manera un tanto ligera.

Si bien, y a pesar del reconocimiento de la actual estado de “tecnología ubicua”, es cierto que tengo cierta tendencia a creer que la tecnología no cambia mucho las cosas. Si bien las acelera, las recubre, las hace más sencillas. Pero no podemos caer en la boutade de creer que la sociedad, instrumento con alrededor de más de 6.000 años de antigüedad, va a cambiar sus fundamentos más profundos por una herramienta de chat o por poder decir a medio mundo que los nachos que me comí ayer en el restaurante El Gorro mexicano son los mejores que he probado. La sociedad está formada, en uno de sus pilares fundamentales, por conversaciones e intercambios. Antes conversábamos con nuestro vecino y ahora lo hacemos hasta con quién nunca hubiéramos pensado. Ni siquiera podemos caer en la tentación de que las redes sociales en las TICs son algo novedoso: ya en los 80 se tenían los tablones de anuncio BBS y posteriormente surgieron los grupos de noticias, las listas de correo, ... Se calcula que en el año 2.000 (cinco años antes del boom de las redes sociales) había un total de 40 millones de comunidades virtuales en el mundo. 
Tanto esas antiguas comunidades virtuales como las actuales se caracterizan por el interés común y por cierto sentido prusiano de la horizontalidad: en la red no existen jerarquías, se aporte y se recibe y sobre todo, se participa. Las comunidades no forjan usuarios pasivos, todo lo contrario, incentivan la participación, consiguiendo que la fuerza de la comunidad resida en el saber colectivo.

¿Y en las Administraciones Públicas?, ¿Qué ocurre en las Administraciones Públicas -AAPP- y su relación con las redes sociales -RRSS-? 
Por un lado, las RRSS se están incorporando con un retraso considerable al acervo común de las AAPP. No sé si compartís la misma percepción. Ahora que hemos conseguido que nuestros usuarios más tecnológicamente refractarios usen el correo para compartir información y dejen a un lado los “oficios” en papel, tenemos que convencerles de que lo nuevo, lo “cool”, lo que genera valor, es la “nube” y las herramientas de colaboración. Por decirlo de otra forma: llevamos 10 años de atraso. Y eso en tecnología es algo parecido a lo que sintieron los aztecas cuando llegaron los españoles con toda su maquinaría tecnológica.

Por otro lado, ¿cómo se van a implantar redes sociales horizontales, colaborativas, … en las AAPP cuando estas son todo lo contrario? Y ya no solo estoy pensando en niveles jerárquicos, si no en corporativismos atávicos que llegan a calificar las legislatura por el color de los cuerpos administrativos que ascienden a las más altas cotas administrativas. Ya dicen los expertos que la colaboración no es una tecnología, es un comportamiento y que es imposible utilizar herramientas de colaboración allá donde la cultura organizativa tiene presupuestos de funcionamiento diametralmente opuestos.

¿Dejémoslo estar entonces?, ¿resignémonos a que nos bloqueen las redes sociales en la oficina y a no indignarnos cuando vemos a los gabinetes de prensa utilizar twitter como otra forma de colocar las notas de prensa -¿de verdad que en la universidad de periodismo no se enseña que el valor de las RRSS reside en la mutua colaboración y no en usarlas como un altavoz de decibelios infinitos?- No cabe la resignación en el espíritu de un funcionario convencido, y menos si es TIC. Murallas más altas hemos visto caer. 

Volvamos la vista al exterior, a esa sociedad hiperconectada (España es la tercera nación del mundo es uso de Twitter). No es que las AAPP se estén quedando fuera de juego, es que cuando esos usuarios entren a formar parte de las AAPP vamos a tener un problema que no va a existir cultura corporativa que lo soporte. No es que sean nativos digitales, es que están acostumbrados a comunicarse de otra forma, a no respetar jerarquías en la generación de conocimiento, a ser más cooperativos (y no pensemos solo en compartir, si no en creaciones comunes como Wikipedia, Creative Commons y similares, Linux, Apache, …:creatividad para remezclar cultura, para generar conocimiento), en ser valorados no sólo por su conocimiento si no por su presencia en las redes sociales (no entenderán la actual forma de nombramientos en los puestos de libre designación basado en la pertenencia a promociones, ellos que tienen su CV accesible desde los 15 años, con recomendaciones de hasta el tutor del campamento de verano). 

Pero demos una vuelta de tuerca más. Serán empleados multitarea, acostumbrados como están a jugar en sus videojuegos mientras que escuchan música y tuitean lo que se les ocurre.  Y cuando hablemos de juego: ¿cómo afectará a la producción normativa o a la toma de decisiones la gamificación galopante (ese continuo prueba y error que hace que todo resultado se banalice hasta la consecución de un resultado óptimo válido hasta la siguiente partida)? Ese aprendizaje continuo basado en la conexión de nodos y en la calidad de las conexiones. En un aprendizaje ubicuo, informal, participativo, inclusivo, fuera del aula, … Una nueva forma de networking social y una nueva forma de aprendizaje natural más conectado a nuestra existencia (¿o es que de niños no aprendíamos jugando y aprendiendo?)

Complicado panorama. Por un lado unas estructuras anquilosadas, y por otro una realidad social totalmente opuesta. Pues para cerrar el círculo tenemos esta crisis, que no es crisis, si no un nuevo estadio social. Estamos en un vórtice con una amenaza cierta a ser expelidos. Nada es inamovible, ni siquiera nuestros puestos como funcionarios. 

Así pues, o reaccionamos y cambiamos a las AAPP desde dentro o seremos cómplices por inacción. Dicho de otra forma: nos tenemos que dotar de las herramientas necesarias para, por una lado, acercar las AAPP a la sociedad, y por otro, para cumplir con el mandato supremo que rige la vida de cualquier funcionario, que no es otro que cumplir y hacer cumplir las leyes eficaz y eficientemente. Somos miembros de un equipo con un objetivo común, el servicio público, y tenemos que ser conscientes que si un participante no pone su talento al servicio del grupo no sirve a la organización. Una organización es la suma de cada uno de los individuos que la componen y de la forma en que estos se relacionan. Ahora tenemos silos autónomos, desconectados, estancos, guardianes de la competencia que le ha tocado en suerte. Tenemos que ser capaces no solo de establecer lazos de colaboración, si no de crear cultura y conocimiento cooperativo. Tenemos que ser capaces de hacer florecer todo ese trabajo diario y mostrárselo a la sociedad. Si la Ley 11/2007 supuso dejar entrar al ciudadano a su expediente, tenemos que dar otro salto cualitativo y dejarle entrar en nuestra actividad diaria. De lo contrario, la opacidad se volverá en nuestra contra, y considerarán las AAPP como un mal necesario, algo que hay que soportar pero que es necesario minimizar por su poca aportación al bien común. Como ejemplo podemos poner una de las últimas controversias en el terreno de la educación, cuando se ha elevado el número de horas lectivas semanales a los docentes. Todos hemos escuchado algún comentario sobre lo poco que trabajaban, ya que se asimilaba el número de horas lectivas a su jornada laboral, no teniendo en cuenta las horas de tutoría o el tiempo que pasaban en su domicilio preparando las clases o corrigiendo trabajos o exámenes. Si los profesores hubieran contado con herramientas donde de forma transparente se reflejara toda esa actividad, tendrían argumentos para defenderse. De lo contrario estamos hablando de dogma de fe. 

Tenemos que ser capaces de publicar nuestra actividad, desacralizando nuestra actividad administrativa y dotándonos de formas de comunicación menos formales pero más útiles (y el ejemplo exitoso de la presencia de la Policía Nacional en twitter es la vía). Tenemos que migrar hacia espacios de colaboración, huir de estructuras jerárquicas concentradas y caminar hacia redes de conocimiento donde todos aportan. Es necesario crear un sentimiento de pertenencia organizativa a toda la AAPP, no al silo donde estás encadenado: mejorar el sentido de la pertenencia sirve para generar y compartir conocimiento, crear entramados de ayuda mutua que estimulan sinergias, fomentan el liderazgo distribuido y crean y retienen el talento. Es necesario trasladarnos hacia un espacio de relación flexible, donde se permite compartir el protagonismo interno habitualmente reservado a los directivos y donde pueda surgir una conversación y cooperación interdeparmental espontánea. 

Tanto la empresa privada como la sociedad ya han dado pasos en ese sentido. En la empresa privada se han achatado las estructuras directivas, estableciendo los instrumentos de decisión lo más cercano al servicio que prestan o al menos implantando sondas para captar las señales que permitan tomar esas decisiones. Así lo hacen los líderes en el mercado de la venta textil, integrando los proveedores y los dependientes/jefes de tienda en su cadena de decisión. Y qué decir tiene de la sociedad. Todos nos despachamos con noticias del estilo “encuentra a sus cuatro hermanos biológicos después de cuarenta años a través de Facebook”. Basta con pedir ayuda de forma original en las RRSS para que estas se vuelquen. Es lo que se conoce como “knowled geworkers”, resolver las dudas a través de búsquedas en su red de contactos. Los manuales colgados en la intranet, las guías de ayuda, … todo es inútil frente a la fuerza de las RRSS. Las personas nos volcamos a ayudar y a cooperar, está en lo más íntimo de nuestro ser y tenemos que conseguir naturalizar esa actitud con la tecnología. En la vida de ahí fuera conocemos el CV de quién queramos (Linkedin), tenemos a la vista sus lecturas favoritas (Flipboard), existen RRSS especializadas para abogados, cocineros, para buscar empleo, hasta las hay que unifican toda tu actividad en las RRSS (tyba), podemos hacer encuestas incluso con twitter, … Es imprescindible que las AAPP tengan sus propias RRSS (o que utilicen las existentes para crear su propia política cultural de intercamio de conocimiento y como herramienta para conseguir sus objetivos). 

Y todavía nos quedaría trabajo, ya que si en el fondo las AAPP sirven al interés público, es necesario introducir ese interés en nuestra actividad. Es necesario que los ciudadanos puedan decidir a qué se dedican las AAPP. Y no sólo desde el punto de vista de transparencia (otra de las partes que cubre el tema troncal que nos ocupa), si no desde muchas más ópticas. Estamos hablando de herramientas para facilitar la toma de decisiones relacionadas con el presupuesto participativo o para incrementar el valor democrático de las decisiones. Desde Agora Voting (plataforma de lo que se conoce como voto líquido -voto único transferible para clasificar opciones.) hasta Loomio (plataforma de debate y votación orientada a la búsqueda consensos) pasando por herramientas más convencionales (Pads de edición y control de versiones -Pirate pad, Git Hub, DocuWiki).

Un mundo se abre frente a nosotros: ¿estaremos preparados?
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feserdel
3949 days ago
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Un mundo se abre frente a nosotros: ¿estaremos preparados?- excepcional post de @joseche_jagg
OEPM
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La vida sin internet no es vida

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untitled-2The Verge pagó a uno de sus colaboradores, Paul Miller, para que pudiese hacer realidad una experiencia: la de vivir sin conexión a la red durante un año. Paul llevaba un cierto tiempo sintiéndose “quemado”, viéndose como “un esclavo de la red”, y quería salir de esa dinámica de vida. La crónica de la aventura publicada hoy, titulada I’m still here: back online after a year without the internet me ha parecido una lectura enormemente recomendable. Una cosa es “pensar” como sería tu vida sin internet, y otra de verdad lanzarse a ello. Y el testimonio de Paul resulta, en este sentido, enormemente esclarecedor.

La frase principal que para mí lo resume todo es “no es que mi vida no fuese diferente sin internet, es que simplemente no era una vida real”. La experiencia de Paul demuestra claramente que pretender prescindir de internet hoy en día no es una liberación, ni nada que se le parezca. Es una estupidez. Como retirarse a un poblado de cuáqueros. Más allá de la pose, y tras una pequeña fase de “conócete a ti mismo”, lo que queda es una vida carente de realidad, lo que supone prescindir de uno de los mayores avances en la historia de la humanidad, de una de las mayores manifestaciones de la inteligencia humana.

Por supuesto, todos los excesos son malos. Pero contrariamente a lo que muchos piensan, la vida online no sustituye a la vida offline, sino que la complementa. El supuesto trastornado que deja que su existencia se convierta en un constante languidecer frente a la pantalla de un ordenador es simplemente eso, un trastornado, una anomalía que en realidad afecta a muy pocas personas. Quien usa mucho la red no vive aislado, vive más conectado. Los usuarios de la red no tienen la piel pálida por falta de exposición a la luz solar, sino que son simplemente personas que utilizan la red para acceder a información de manera eficiente, para relacionarse con otros, para trabajar… para todo. Sin que ello signifique una pérdida de otras cosas más allá de lo que supone perder la interacción con una enciclopedia de papel, con una operadora telefónica, con el papel de un libro, o usando un mapa de papel. Si lo haces mínimamente bien, la red te llevará a leer más, no menos. Y a aprovecharlo mucho mejor.

La experiencia de Paul puede pecar, en cierto sentido, de falta de realidad: no es lo mismo hacer que una persona que trabajaba “en la red y con la red” prescinda de ella, que plantear algo así con alguien que carezca de dicha supuesta “dependencia”. Pero tiene un valor muy interesante: el de comprobar que “la hierba no es más verde al otro lado de la valla”. Plantearse una hipotética “vuelta a la vida offline” como supuesta recuperación de algo que vivimos en tiempos pasados es absurdo, porque en realidad no nos sobra internet… nos sobran otras cosas. Internet no es culpable de tus problemas con tu trabajo, no hace tu vida miserable… si no lo era ya de por sí. Es posible que creas que te vas a centrar más en tus relaciones con las personas cuando no estés cada dos minutos mirando tu smartphone, pero es que estar cada dos minutos mirando tu smartphone cuando estás con las personas que quieres no es un problema de internet, es un problema de ansiedad. O de no saber marcar las prioridades en tu vida. Y si prescindieses de ello, lo que más notarías es cómo te sientes más separado de tus amigos, por la pérdida de esa conexión invisible que la red permite. El asocial no es el que usa mucho las redes sociales, es el que prescinde completamente de ellas.

La evolución y el progreso no tienen vuelta atrás. Tratar de volver atrás uno mismo cuando la sociedad y la humanidad avanzan en una dirección determinada es convertirse en un marginado extravagante, en alguien que no quiere reconocer todo lo bueno que la red ha traído a nuestras vidas. Es, como tal, absurdo. Si algo podemos aprender de la experiencia de Paul Miller, aparte de que todos los excesos son malos, es sobre todo, eso: aprender a apreciar lo que tenemos.



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feserdel
4014 days ago
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¿Existe vida más allá de Internet?
OEPM
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Lo público, sobra (?)

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Se llama efecto "exposición” a aquel por el que lo que más se ve, se convierte en lo que más gusta y al final acaba siendo lo comúnmente considerado como natural. En términos de comunicación, sería aquello de que para convertir algo en opinión generalizada y verdad absoluta no hay más que repetirlo y repetirlo para que a fuerza de dicha repetición el efecto acabe lográndose.

Vivimos tiempos en los quela ciudadanía ha hecho suyas, a modo de dogmas inmutables, afirmaciones del tipo: "lo público supone un gasto innecerario", "lo privado es más eficiente y funciona mejor ", "los políticos son unos corruptos", "las Administraciones están pobladas de funcionarios vagos e improductivos", "todo el personal laboral es un enchufado", "sobran miles de empleados públicos", etc.....

Curiosamente son esos mismos ciudadanos los que en encuestas sociológicas valoran de forma positiva muchos de los servicios públicos y se quejan cuando cuando de forma directa le afecta el cierre de un quirófano, el mayor tiempo de espera en el metro, o la falta de apoyo a un familiar dependiente.

Esta paradoja se explica por una suma de causas que todas ellas tienen en conjunto un efecto perverso. Por un lado la insuficiente capacidad de pensamiento crítico de una ciudadanía a la que resulta más fácil la compra de titulares mediáticos que el análisis de matices e impactos . Por otro, el desprestigio de lo público (nada casual, por cierto) realizado desde estamentos con claras intenciones en sustituir el interés general por intereses particulares. Por último, el granazo de arena con el que han contribuido desde hace décadas unafunción pública más pendiente de sus intereses de clase que del bien común al que teóricamente deben servir.

Hoy ante la pregunta "lo público, ¿sobra?" probablemente nos encontraríamos con una mayoría de respuestas afirmativas. El problema de este estado de opinión generalizado que estigmatiza lo público, a priori, deja el camino expédito a políticas destinadas al recorte y adelgazamiento cuyo efecto no puede ser otro que un sector público marginal o Administración low-cost. Un camino cuyas consecuencias son imprevisibles y de difícil marcha atrás.

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feserdel
4027 days ago
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Excelente artículo de @oscarcortes
OEPM
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